Sala de exposiciones de la Diputación de Huesca
9 de marzo / 28 de abril de 2019

Gema Rupérez obtiene la ayuda a la creación Ramón Acín con el proyecto Líneas de resistencia, un trabajo que toma de referencia el meridiano de Greenwich. Las conexiones discursivas entre la práctica artística de Rupérez y el meridiano tienen que ver con la convención social y cultural que lo define, pero también con su deseo de recorrer los paisajes que lo sustentan. A medio camino entre lo matemático y lo fantástico, entre lo riguroso y lo subjetivo, el meridiano de Greenwich es la línea imaginaria que sostiene el consenso mundial sobre el tiempo. Su paso por Huesca y el contexto demográfico de la provincia son los puntos de partida para la investigación de Rupérez sobre líneas imaginarias, puntos y vacíos.

Líneas de resistencia es una aproximación artística a los desiertos demográficos en el territorio que valoriza el vacío como elemento creativo y reflexiona sobre la superficie baldía como escenografía performativa; es una forma de repensar las líneas imaginarias como constructos contingentes, contraponiéndolas a la naturaleza primitiva, para provocar un debate en torno a la dimensión humana de los territorios, los espacios intersubjetivos y las fronteras.

David Armengol en el texto El desierto en movimiento, que introduce la publicación, comenta cuatro referencias dispares y complementarias que le asaltan ante la obra de Rupérez. Una tiene que ver directamente con lo sublime, otra con la tradición del land-art, otra con las artes escénicas y, la última, con el paisajismo. En el mejor de los casos, el desierto, el caminar, la danza y la jardinería ofrecen posibles pautas de entrada a Líneas de resistencia.

Gema Rupérez ha desarrollado una serie de intervenciones a lo largo del meridiano de Greenwich, construyendo una topología visual que relaciona la antropología, en su campo de estructura social, con la experiencia individual. Las nociones de tiempo y espacio se fusionan y compactan en Líneas de resistencia, un largo proceso de investigación in situ en el que Rupérez incide en un tema fascinante y poco frecuente: la activación performativa del territorio baldío; una exploración creativa del desierto y la soledad que explora la potencialidad humana de un lugar presuntamente improductivo. De este modo, el in situ cobra una intensidad máxima: todas las piezas de la exposición surgen de las vivencias y los procesos de trabajo de la artista en dichos paisajes; el in situ marca la analogía entre el meridiano y su trabajo artístico. En ambos casos, la relación con el paisaje depende de aquello que sucede, y de una temporalidad que incide más allá del propio lugar. Dicho de otra manera, en palabras de David Armengol, y siempre desde el arte –desde la poética–, la experiencia directa en suelo baldío abre un campo de reflexión que afecta a ámbitos sociológicos, económicos y políticos.

El trabajo de Gema Rupérez gira en torno al anhelo de supervivencia. Obviamente, existe una mirada crítica en sus obras, incluso una posición activista, que convive al mismo nivel con la pertenencia emocional. A través de las diez obras presentadas con diferentes medios como la instalación, la fotografía, el vídeo o el dibujo, reflexiona sobre el poder, el espacio entendido como tiempo o la incapacidad de comunicarnos, y, en definitiva, sobre las distopías de la sociedad contemporánea.

The last one / El último, 2018. Fotografía.

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