Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani de Barcelona presenta:
Cosas que las cosas dicen, tono lengua boca, y un programa público
- Cosas que las cosas dicen es una exposición colectiva que retoma el género de la it-narrative (relato de un objeto), partiendo de la historia de la Fabra i Coats, para reflexionar en torno a la industrialización, el movimiento obrero o la cotidianidad.
- tono lengua boca, la primera retrospectiva de la artista holandesa Wendelien van Oldenborgh,
se aproxima al pasado colonial y a los conflictos de raza, género o clase a partir de un uso polifónico del dispositivo cinematográfico.
- Un programa público, Cosas que hacen cosas, acompaña ambas exposiciones para ampliar la aproximación a esas voces silenciadas y reflexionar sobre la relación entre humanos y objetos, con talleres, debates y charlas.
Del 17 de octubre al 17 de enero de 2021, Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani acoge dos exposiciones, Cosas que las cosas dicen, muestra colectiva comisariada por Latitudes, y tono lengua boca, una retrospectiva de la artista Wendelien van Oldenborgh, comisariada por Anna Manubens. Las dos funcionan de forma autónoma pero también pueden leerse de través, es decir, recorriendo y encontrando una serie de intereses comunes –como ha sido y será costumbre en la Fabra i Coats–. En este caso, «las dos exposiciones exponen qué implica tener o no tener voz, formar parte o no de las narrativas oficiales, ya se trate de las personas que alzan la voz o de los objetos que creemos mudos. A través de la asignación o la toma de la palabra, y la propiedad o la construcción de un relato, asistimos a la legitimación o neutralización de realidades históricas, laborales, sociales…», explica Joana Hurtado, directora de Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani de Barcelona.
Para explorar todas estas conexiones y encontrar en ellas aún más derivas, acompaña las exposiciones un programa público, Cosas que hacen cosas, a cargo de Blanca Callén, que, de entrada, asume una mirada al mundo material más relacional, híbrida y poshumana. Del 18 de octubre al 28 de noviembre, la actividades giran alrededor de tres líneas: un grupo de lectura semanal en el que se trabajan textos en torno a la ontología de los objetos; un ciclo de cruces/diálogos entre personas que proceden de distintas disciplinas pero comparten interés por un mismo tipo de objetos; y una serie de talleres y acciones que permiten aproximarse a los objetos, a su estado y sus características, de forma más experiencial y corpórea.
En el marco de La Trama, nuevo programa de cultura, educación y territorio del Centro de Arte, que propone una aproximación a la programación desde otras formas de hacer y de vivir, Transductores ha organizado varias acciones y procesos vinculados a las exposiciones, entre los que se encuentran una serie de visitas experimentales con los jóvenes del proyecto Horogarai, acompañados por La Selva, y un taller de trap y reggaeton con Ricardo Pérez-Hita en torno a la obra de Wendelien van Oldenborgh.
Tirando del hilo
¿Crees en la capacidad de las cosas para escribir la historia humana? ¿La vida de las cosas importa? La exposición colectiva Cosas que las cosas dicen es un encargo del centro de arte a Mariana Cánepa y Max Andrews, miembros de la oficina curatorial barcelonesa Latitudes. Tomando como punto de partida la vida anterior del edificio, un antiguo complejo fabril dedicado al hilo de algodón, la muestra se inicia con objetos seleccionados entre los materiales conservados por los Amigos de Fabra i Coats, para abrirse hacia nuevas narrativas. En ella encontramos desde la llave maestra que abría todas las puertas hasta la imagen de un ovillo antiguo de hilo (de Francesc Serra i Dimas) que permite recorrer el paisaje humano y geopolítico del algodón y descubrir que una voz aparentemente local tiene alcance planetario. «Una de las propuestas centrales de la exposición es considerar las obras de arte como parte de la historia geofísica, del mismo modo que forman parte de la historia del arte», explican desde Latitudes. Se trata de la continuación de un proyecto que Latitudes inició en Francia, en el Museé d’art contemporain de Bordeaux (CAPC), ubicado en un antiguo almacén de productos coloniales.
La exposición incorpora obras de ocho artistas (véase el dosier adjunto), entre ellas la obra de Annette Kelm, que documenta la historia del movimiento feminista en la República Federal de Alemania de los años 80 a partir del pantalón de peto, prenda que popularizaron hasta el punto de convertirse en un símbolo. O la montaña de zuecos Sabotage, de Sarah Ortmeyer, que nos explica la historia de la palabra (en francés, sabot es zueco) y del movimiento obrero, ya que hace referencia a las acciones de resistencia de los trabajadores frente a las máquinas que les quitaban el trabajo. También la instalación VIP’s Union, un proyecto que Haegue Yang inició en 2001 y que, tras presentarse en diversas ciudades del mundo, se muestra y se adapta por primera vez en el Estado español. Se trata de una selección de sillas y mesas que han sido prestadas por aquellas personas, colectivos y entidades que desde el centro de arte hemos considerado nuestras VIP (very important person). Con la intención de reflexionar sobre el sentido de comunidad, aquí encontraremos desde representantes institucionales hasta la red social, asociativa, laboral, educativa o artística del centro (desde Àngels Ponsa y Joan Subirats hasta el Ateneu L’Harmonia o el artista Ignasi Aballí).
Una voz propia que pasa por las voces ajenas
tono lengua boca es la primera retrospectiva a escala internacional de Wendelien van Oldenborgh (Róterdam, Países Bajos, 1962), coproducida por Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani de Barcelona y el CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles. «Hacer una retrospectiva nos ha permitido observar la configuración progresiva del lenguaje de la artista, de la singularidad de su voz. Por eso el título está compuesto por tres palabras que, juntas, configurarían una voz: un tono, una lengua (órgano e idioma) y una boca. La exposición funciona como el título, aísla los elementos que componen esta voz», explica Anna Manubens, comisaria de la muestra. En el caso de Van Oldenborgh, la eficacia política del trabajo reside en la metodología, en la manera de hacer películas, en las decisiones que toma cuando rueda. Muchas de estas decisiones tienen que ver también con el uso de la voz y el sonido. «Su trabajo pone constantemente en juego o en riesgo el lugar desde el cual tomamos la palabra. Y el primer lugar que interroga es el suyo, como artista», añade Manubens. Para la artista, encontrar una voz propia pasa por la voz de los demás.
La exposición (véase el dosier adjunto) se fija en la eficacia política de estrategias vinculadas a la toma de palabra, la asignación de voces, la construcción coral de los relatos y el grado de propiedad que puede asumirse respecto a lo que se dice. Por ello, Van Oldenborgh no dirige películas, sino que las entiende como un marco de hospitalidad en el cual acoger y movilizar sujetos y relatos, generando situaciones que permiten una elaboración o revisión conjunta de los pasados coloniales, del feminismo o las desigualdades de raza y clase. Son ejemplos de ello la obra Bete & Deise, rodada en Brasil, en la cual la artista pone en diálogo a dos mujeres y dos generaciones distintas de feminismo –una actriz y militante en grupos de resistencia y, la otra, una cantante de funk carioca– para que pongan en común el uso particular que han hecho de su voz en la reivindicación de sus derechos; o No False Echoes, donde un cantante de rap neerlandés de origen marroquí lee el panfleto de 1913 escrito por un nacionalista radical indonesio titulado Si fuera holandés, en el cual hablar por boca del opresor resulta liberador.